Análisis de la derrota 4-0: humillante y vergonzosa
Nacional denudó en Junior las mismas debilidades que Uruguay hizo con Colombia.
Distanciados apenas en 96 horas de tiempo, se vivió en Barranquilla la noche del sábado lo que Colombia había vivido en la noche del martes en Montevideo. Acá fue Nacional el rival de turno. Allá fue la selección Uruguaya. En ambos casos en Colombia como en el Junior se desnudaron las debilidades de uno y otro.
Desnudeces enmarcadas en un sistema de pressing. El juego de anticipación y de no dejar pensar acabaron tanto al equipo de Perkerman como al de Mendoza. La diferencia estriba únicamente en que Colombia cayó en calidad de visitante frente a un rival animado por su público y motivado por la victoria de visitante que había alcanzado frente a Bolivia en La Paz. El sábado la derrota del Junior ante Nacional fue no solo aplastante, más que eso, fue triste, vergonzosa y humillante.
En ambos casos tanto en Uruguay como en El Metropolitano Roberto Meléndez los técnicos parecieron no haber dado una lectura clara al juego. O no saber cómo contrarrestar un a presión y achique de espacios.
Pareciera que sus rivales conocieran bien las virtudes y falencias. En el caso nuestro del Junior, no hubo dirección en el medio, no hubo claridad para transportar o entregar el balón, no hubo fuerza testicular y tampoco hubo coordinación en las posiciones. Los defensores nuestros quedaron siempre regados ante la velocidad y especialmente el anticipo de los antioqueños. Cuellar, Noguera, Tesillo y Vélez nunca supieron descifrar los movimientos contrarios; a cada pelota recibida se le anticipaban los paisas y eso conllevaba siempre al riesgo del arco local.
Aguirre y Vladimir no encontraron respaldo de sus compañeros de marca y fueron presa fácil, mientras en el ataque, que no hubo, Toloza y especialmente Juan David Pérez parecían perdidos en el espacio.
A todo eso hay que sumarle, creo yo, la equivocada sustitución que hizo Alexis; de los dos delanteros, el que menos se pronunciaba era Pérez en tanto Toloza por lo menos trataba de inquietar con su velocidad a los defensores del Nacional.
Quizás la única excepción, aunque por momentos también contagiado por lo malo de sus compañeros, Guillermo Celis, aparecía íngrimamente en una lucha desigual. Su expulsión al final del juego fue consecuencia de la incapacidad de sus compañeros y su malestar por la humillante caída que Nacional adornaba con la tenencia y el “vacilón” del balón. Mortificado por esa especie de “burla” que el público acompañaba con el tradicional “ole, ole”, acudió a la violencia y por ello recibió la tarjeta roja.
Y tal como en la selección Colombia, también en Junior faltó ese sentido de enojo y aptitud que debe aparecer cuando se es superado técnicamente. Muchas veces la falta de capacidad técnica la superan los equipo con disposición y aptitud, es decir con verraquera, esa que le faltó al cuadro local y que muchos conocedores como “Pibe Valderrama” llaman carácter. Otros preferimos llamarle temperamento o “mística ovalada”. ¡Aquí hubo falta de h..!
Queda claro entonces que tanto a la Selección Colombiana como al Junior lo tienen ya estudiado sus rivales. Saben que achicando espacios, sometiéndolos al pressing y con pierna fuerte los minimizan a su máxima expresión hasta hacerles caer en ridículo como aconteció en uno y otro caso.
Nacional es desde hace bastante rato el rival más complicado para Junior. Y de hecho por ser quizás el máximo referente si se aspira a la conquista de titulo, hay que enfrentarlo con otra disposición, con otra mentalidad en la que no solo la capacidad futbolística se ponga de presente; es necesario además la fuerza testicular para hacerle ver que no estamos pintados en la pared; mucho menos si es ante nuestra propia fanaticada, esa que espera en cada contienda y más ante los antioqueños, que la casa se respeta.
Sí, de las derrotas como esta, hay que aprender como lo afirma Alexis Mendoza. Pero desde hace bastante rato estamos aprendiendo la lección y nada que la sabemos. Comenzando por ubicar en la cancha un verdadero líder, u n jugador que se haga sentir con voz de mando como lo hicieron en otros tiempos Gabriel Berdugo, Dulio Miranda, Rafa Reyes y ‘El Pibe’ Valderrama. En Junior desde hace rato no existe ese líder que se muestre y hablé y gesticule y pida carácter a los más débiles. Además todo comienza por la cabeza visible del plantel Y Alexis Mendoza no es de esa estirpe, ni Víctor Pacheco ni Araujo se muestran como los técnicos a los que les hierve la sangre en cada contienda.
Siendo así, habría que fabricar o conseguir ese capitán, capaz de motivar y obligar quienes están en el campo de juego. El arquero Viera está muy lejos de serlo o de hacerlo.